Se estrenó en las salas porteñas, "Gallito ciego"

La ficción, en este caso llevada al cine, no es un espejo, sino un hecho artístico en sí mismo. Y como decía Jorge Luis Borges, de alguna manera, la búsqueda de cada artista es poder despertar la emoción de la gente. 

Si con este film logro que el público pueda identificarse o emocionarse con algo, entonces estaría cumpliendo mi propósito. Sería una necedad de mi parte pretender generar algo más en el público. Ni siquiera pretendo emitir un mensaje con mis trabajos. 

"Gallito ciego" no muestra la realidad, nace a partir de ella. Hace casi tres años cuando comencé a escribir lo que entonces era un proyecto apenas lactante, decidí partir de una historia muy simple: la vida de Facundo, un chico de 18 años, que, al finalizar sus estudios secundarios y a raíz de algunas circunstancias que pueden identificarse con el estado actual de este país, sale a buscar trabajo. 

Por medio de los clasificados del diario, este joven se encuentra, sin saberlo, con una mini organización que posteriormente lo utilizará como gallo ciego -así designan los maleantes a quien comete un delito sin saberlo- y lo inducirá a cobrar un cheque robado. Facundo hará lo encomendado, convencido de que se trata de un trabajo perdurable y bien remunerado y no de una estafa que cambiará el rumbo de su vida. A partir de este momento, se desencadenarán situaciones inesperadas, peligrosas, y se destaparán hechos conflictivos. 

Lo curioso es que si bien comencé este proyecto hace años, hoy tiene más actualidad que antes, ya que frente al panorama que deja nuestro ascendente porcentaje de desocupación, esta mishiadura que no deja de vapulearnos ni de volvernos, cada día, un poco más inferiores está más presente que nunca. Estafas tramadas por quienes están dispuestos a aprovecharse de las ilusiones y la desesperación del resto. 

Por otro lado, pareciera que la marginalidad fuera un sinónimo de juventud. Los jóvenes se drogan, se alcoholizan, roban, ejercen lo prohibido. Incluso algunas cinematografías plantean esto casi como un estereotipo. En esta oportunidad, decidí mostrar el otro lado: Facundo no es lumpen, ni drogadicto, ni ladrón. Su porblema es una sociedad que no está preparada para contener a los jóvenes que, como él, anhelan desarrollarse y hacer una vida simplemente normal. 

Este es solo el punto de partida. 

RETRATO DE UN GALLITO 

Por Rodrigo De la Serna 

Facundo tiene 18 años y pocas expectativas de estudio. Su realidad familiar es bastante difícil, su madre falleció cuando él era solo un niño y su padre es un exiliado económico, que vive en la ciudad brasilera de San Pablo. 

El joven fue criado por su abuela, con quien vive actualmente. Es un chico extremadamente tímido y con dificultades para relacionarse con las mujeres. Esta es una etapa decisiva en su vida, debe dar la cara al mundo. La pensión de su abuela ya no alcanza para mantenerlos a ambos y por esta razón, Facundo emprende la desgastante tarea de buscar trabajo. 

Cuando cree haber encontrado un puesto como cadete, en realidad, cae en una trampa de la que le será muy difícil salir. Su pecado fue haber sido inocente e inexperto. Pero a partir de este hecho, quedarán a prueba una ética y una fuerza de voluntad, que hasta él mismo desconoce.

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